Por los indecisos
César Barrera Vázquez
El periódico El Universal publicó, hace unas semanas, que en México 6 de cada 10 apoyan a la democracia. Este número es menor al registrado en el 2012, cuando 8 de cada 10 la apoyaban. La tendencia a la baja en el apoyo a los regímenes democráticos no es exclusiva de México, sino que a nivel mundial se repite esta tendencia. Por lo tanto, hay 4 personas que estarán a favor de los regímenes autoritarios, de corte militar y que tienden al totalitarismo, sin importar cualquier argumento.
De ahí que quienes busquen defender las instituciones democráticas, los derechos y libertades que se gozan en estos regímenes, así como la división de poderes, tienen que apelar a este 60% de la población que todavía confía en la democracia como la mejor forma de gobierno.
Por consiguiente, hablarle al otro 40%, en el sentido de que valore la importancia de fortalecer los organismos constitucionales autónomos, como el INAI (que garantiza el derecho a la transparencia y la rendición de cuentas para combatir la corrupción) y el INE (que permite el desarrollo de elecciones libres, en las que el voto de cada ciudadano cuente) no dará resultados.
Esto es así porque el 40% está desencantada de la democracia y cree más en los regímenes totalitarios, donde se concentra todo el poder en una persona y un partido hegemónico: tenemos muy marcada la tendencia al tlatoani en nuestro ADN político. Por eso vemos bien las democracias radicales donde la mayoría gana todo y las demás personas, minorías, pierden todo. Luego entonces, son democracias que no valoran la pluralidad de pensamientos como una riqueza en sí misma.
De ahí por eso que busquen incluso desaparecer a los diputados de minoría (plurinominales), figura que fue clave para la apertura democrática en los tiempos del PRI hegemónico, cuando las elecciones las organizaba el mismo estado. Y si bien es necesario reformar la figura de plurinominales para que representen a sectores de la sociedad organizada (academia, cultura, activistas sociales) y no a la partidocracia y sus familias, como hoy sucede, esta figura no es mala en sí misma, sino que se ha pervertido su uso para fines aviesos.
Por lo anterior, el segmento que apoya a la democracia tiene que estar alerta para valorar su voto y utilizarlo con inteligencia, pues la única alternativa para ganarle a Morena es la coalición Fuerza y Corazón por México, integrada por el PRI, PAN y PRD, los partidos que han creado las instituciones en este país y que han permitido nuestra incipiente democracia.
Por lo tanto, la reflexión va para ese sector indeciso que no está a favor de Morena, pero que tampoco quiere votar por la vieja política, ni tampoco se convence de quienes se dicen “ser lo nuevo”. Para ellos, el voto debe decantarse hacia la opción que permita mantener los contrapesos constitucionales y la división de poderes.
Y la única opción viable es el PRI, PAN y PRD. Votar por Movimiento Ciudadano sólo fragmentará el voto de oposición, ese que está a favor de la democracia, lo cual favorecerá a ese sector del 40% que busca instaurar el totalitarismo antidemocrático.
Dos Puntos
Si el PRI, PAN y PRD se comprometen a defender las instituciones, fortalecerlas, mejorar el diseño constitucional de contrapesos para enriquecer nuestra democracia (donde incluso Morena tenga expresión sin acaparar) y fortalecer derechos y libertades del ciudadano, tendrán mayores posibilidades de convencer a esos 6 de cada 10 que quieren seguir apostándole a la democracia.