- El proyecto nacional de investigación e incidencia de la Universidad de Colima (UdeC), liderado por Oliver Mendoza, continúa avanzando para la obtención de datos que le permitan definir una región de emergencia socioambiental y sanitaria en el Estado de Colima
Como parte de los seminarios virtuales que se realizan en un proyecto científico de alcances nacionales que busca definir una región de emergencia socioambiental y sanitaria en el Estado de Colima, en estos días Rebeca Yasmín Pérez Rodríguez habló sobre la importancia del monitoreo ambiental y Ana Karen Sánchez Mejía explicó las bases y el control de calidad en el muestreo ambiental.
El proyecto se titula: “Fortalecimiento de la infraestructura para atender problemas de contaminación en la región occidente del país, para reforzar el PRONACES, así como para robustecer y consolidar la investigación toxicológica en México”, lo encabeza el Dr. Oliver Mendoza Cano, investigador de la Facultad de Ingeniería Civil de la Universidad de Colima y es apoyado por el ahora Consejo Nacional de Humanidades, Ciencia y Tecnología (Conahcyt) mediante su convocatoria: Fortalecimiento de Infraestructura y Desarrollo de Capacidades Científicas 2022.
Rebeca Pérez comentó que el monitoreo ambiental se refiere a una recopilación y análisis de datos recabados con el fin de evaluar la presencia y los niveles de concentración de algunos elementos químicos que podrían resultar contaminantes, “con el fin de evaluar y gestionar los posibles riesgos potenciales, tanto para los ecosistemas como para la salud humana; el monitoreo ambiental nos ayudará a encontrar las fuentes de contaminación en cualquiera de las reservas, evaluar el impacto de los contaminantes y en qué estado se encuentra el equilibrio ecológico del ambiente en el que estamos trabajando”.
Por lo tanto, agregó, “al monitorear los indicadores ambientales podremos detectar y abordar problemáticas en los cambios de la calidad del agua, de la salud del suelo, cambios en la calidad del aire y obtener así información de la resiliencia del ecosistema; gracias a estos monitoreos podremos identificar cuáles son los contaminantes que vamos a definir como críticos y en función de su presencia y de la cantidad en la que se encuentran, vamos a poder definir sus vías de exposición y los riesgos potenciales para la salud que podrían estar asociados con éstos”.
Todo ello, dijo, “se puede saber a través de un análisis químico, pero a su vez se requiere un equipo multidisciplinario en el que se incluya a ingenieros, médicos, psicólogos, geólogos, entre otros, que apoyen desde su perspectiva a buscar respuestas a estas preguntas. Un monitoreo ambiental completo, como el que el doctor Oliver Mendoza está proponiendo en su proyecto, que lidera la Universidad de Colima, requiere de una acción multidisciplinar y un alto compromiso del trabajo en equipo”.
Desde esta perspectiva, señaló la ponente, la contribución de todos los actores que participan en esta evaluación de la contaminación “es vital para comprender el impacto de los contaminantes en nuestro fin último, que es la salud humana. Será necesario recabar información que sirva de soporte para sustentar las distintas acciones de impacto, ya que se tiene que hacer una evaluación de la gestión de riesgos asociados a la exposición, así como de la vigilancia y monitoreo de la salud, que es donde se haría más visible la parte de la incidencia, pues al informar a las autoridades y a la población, se va a crear más conciencia sobre los riesgos y efectos de la exposición a metales pesados y otros contaminantes”.
Por su parte, Ana Karen Sánchez Mejía, ingeniera geóloga con experiencia en supervisión geoquímica ambiental, muestreo de suelos y agua e impacto ambiental, señaló algunos puntos a cuidar al momento de llevar a cabo un muestreo; “para elegir un sitio de muestreo, éstos deben ser distribuidos lo mejor posible sobre el área de estudio; sin embargo, en la práctica, algunas veces esto se vuelve complicado debido a que el área de estudio es un sitio impactado por actividad antrópica, por lo tanto, no se debe muestrear a 200 metros de autopistas ni de cualquier edificio, bardas, canales o granjas; la zona de muestreo debe de ser una zona lo más sana posible”.
Una de las principales fuentes de error en este tipo de estudios, comentó, proviene del muestreo, “por esta razón, los protocolos para la toma de muestra deben seguirse estrictamente para evitar cualquier contaminación entre las muestras. Además, se debe llenar un registro de campo con las características físicas de la muestra obtenida y, como complemento de las actividades previamente descritas, se deben tomar fotografías generales del sitio elegido”.